En las últimas décadas hemos sido testigos de un acelerado incremento del uso de la electricidad la que nos ha proporcionado un notable aumento de la calidad de vida y con ella del bienestar que gozamos.
La energía eléctrica fue y es el medio necesario para el desarrollo industrial. La robotización y la informática exigen asegurar su disponibilidad. Es energía “limpia”. Salud, seguridad personal, transporte, comunicaciones, demandan cada vez más continuidad y calidad de la electricidad. No es descabellado pensar en un mundo futuro “todo eléctrico”, pero este no es posible imaginarlo sin seguridad en el uso de la electricidad.
Las investigaciones y experiencias sobre los efectos del pasaje de la corriente a través del cuerpo humano y de su gravedad, la determinación de los límites técnicos de utilización de materiales conductores y aislantes en las instalaciones y en los artefactos, sin producir sobrecalentamientos y cortocircuitos, han permitido la elaboración de normas técnicas que definen los límites del riesgo eléctrico.
Dicho de otra manera se sabe cómo y en qué medida deben diseñarse instalaciones y artefactos de forma que no sean causales de electrocuciones o de incendios, en particular en edificios de vivienda, comercio o industria. El constante perfeccionamiento de los materiales y de la tecnología de las protecciones posibilita alcanzar niveles de seguridad eléctrica cada vez más elevados.
En el plano internacional son las normas IEC (Comisión Electrotécnica Internacional) y la Organización Mundial de la Salud, las que acotan el límite máximo de riesgo aceptable y en consecuencia establecen el nivel de seguridad sobre el cual diseñar las instalaciones y de los artefactos eléctricos conectados a ellas. En nuestro país el IRAM, Instituto Argentino de Normalización y la AEA. Asociación Electrotécnica Argentina, son los entes normalizadores de materiales y de instalaciones eléctricas, respectivamente, que siguiendo las pautas de la IEC, emiten las normas de cumplimiento voluntario.
La seguridad eléctrica no se agota en el diseño y construcción de instalaciones y artefactos respetando las normas. Son los usuarios de la electricidad, en particular del sector doméstico, quienes deben tomar los recaudos de prevención necesarios para evitar un accidente eléctrico, menospreciando el riesgo eléctrico.
Resumiendo, la seguridad en el uso de la electricidad se sustenta básicamente en:
1- Proyectar, construir y ampliar las instalaciones eléctricas de los inmuebles respetando las respectivas Reglamentaciones sobre Instalaciones Eléctricas de la Asociación Electrotécnica Argentina, AEA, recurriendo para efectuar estas labores a electricistas profesionales habilitados.
2- Emplear materiales, aparatos y artefactos que cumplan con los Requisitos Esenciales de Seguridad, según lo establece la Resolución de la Secretaría de Comercio, Industria y Minería Nº 92/98.
3- No reparar instalaciones eléctricas y artefactos antirreglamentariamente, empleando materiales que no cumplan con las disposiciones respectivas. Las tareas deben ser efectuadas bajo la responsabilidad de profesionales electricistas habilitados para obtener la segura y correcta solución a los problemas eléctricos, manteniendo sus condiciones de seguridad.
4- Controlar periódicamente, en lapsos no superiores a los 3 años, que las características originales de seguridad de las instalaciones y de los materiales, aparatos y artefactos eléctricos permanecen inalterables, consultando a un profesional electricista habilitado.
5- Verificar que las características eléctricas de los equipos y artefactos de utilización deben ser adecuados a las prestaciones de las instalaciones en que serán conectados, que deben estar explícitamente indicados según lo establece la Ley de Defensa del Consumidor Nº 24.240. utilizar los equipos y artefactos eléctricos respetando las prescripciones de seguridad recomendada.
Fuente: APSE
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Fecha de publicación del artículo original: 29/9/2007