El cambio energético es clave para la economía. Obama abrió el juego y nuestra región tiene aportes para hacer.
Cabe preguntarse si el encuentro del presidente Barack Obama con los mandatarios de las Américas es el comienzo de una nueva etapa o si de nuevo vamos a comenzar con lo de siempre.
La nueva etapa reclama agendas distintas, visiones de futuro, propuestas políticas coherentes con una realidad global ineludible y con capacidad de respuesta frente a los desafíos de hoy. El peligro de comenzar otra vez con una retórica vacía de contenidos aparece como reminiscencia que corresponde a otra época y se deja pasar la convocatoria que tiene que ver con nuestro presente y futuro. Ahí está el ejemplo de la invitación a trabajar juntos sobre energía y medio ambiente.
¿Hemos respondido desde América latina con el interés y la seriedad que el tema exige? El presidente Obama rompió el hielo. Demostró tener una nueva forma de aproximarse a los problemas internacionales. Señaló con clara convicción que el país más poderoso del mundo no puede resolver solo los problemas contemporáneos, así como el resto del mundo también sabe que sin Estados Unidos esos problemas no tendrán solución.
Allí debemos poner oídos atentos al énfasis del mandatario norteamericano en el tema de la energía. En la víspera de la Cumbre lo dijo explícitamente: “estoy deseoso de crear una nueva sociedad de las Américas en materia de energía y clima que nos ayude a aprender unos de otros, compartir tecnología, potenciar la inversión y maximizar nuestra ventaja comparativa”.
¿Qué significan esas palabras para nosotros? ¿Cómo vamos a responder a ellas para demostrar madurez política en abordar el tema? No estamos en cero. Cuando en el pasado propusimos la creación de un “Anillo Energético” entre los países sudamericanos, lo que estaba detrás era el afán de tener una visión real de integración, colocando cada cual los diversos recursos en un todo de usos eficientes. Petróleo, gas natural, hidroenergía, bioenergía, plantas eólicas, plantas solares, todo ello en un mapa de posibilidades para el presente y el futuro.
La CEPAL tomó el tema y desarrolló estudios preliminares sobre los cuales hoy debiéramos volver los ojos para avanzar en ese diálogo con el país del Norte. La sola existencia de los gasoductos demuestra que agregando un poco más de mil kilómetros -y buena voluntad política- podría instalarse una red sudamericana de gran alcance, con capacidad de unir Atlántico y Pacífico.
Pero también debemos darnos cuenta de que en el avance hacia el mejoramiento de los recursos energéticos de hoy y la creación de otros, la clave está en disponer de tecnologías nuevas. Las necesitamos y el llamado del gobernante norteamericano abre la posibilidad de disponer crecientemente de ellas, sobre todo si asumimos el poder de Estados Unidos en el hemisferio y en el mundo para crear nuevas tecnologías.
Se me confirmó esto hace unos días atrás visitando la ciudad de Detroit, la que tenía en el pasado 1.8 millones de personas y hoy sólo 900 mil como consecuencia del progresivo achicamiento de la industria automotriz. Pero es allí mismo, en Detroit, donde visitamos instalaciones que nos dicen cuál será el mundo del futuro a través de la energía solar y la forma como se van a potenciar los nuevos autos: por ahora serán híbridos, para pasar pronto a moverse por hidrógeno y electricidad.
Es una ironía del destino que allí, en Detroit, las grandes automotrices no vieron cómo a su lado se producía el desarrollo de nuevas tecnologías. Ironía porque Japón sí lo vio y ahora los autos híbridos japoneses ya salen al mercado con la tecnología desarrollada desde hace años en Detroit.
El año próximo habrá también autos híbridos norteamericanos. Pero, ¿de dónde vendrán las baterías para que ellos puedan funcionar? De Japón. Y tras esa historia hay un nombre que los latinoamericanos debiéramos conocer muy bien: Stan Ovshinsky. Es un autodidacta, un inventor genial, ya con más de 350 patentes inscritas bajo su nombre o el de su compañía. A principios de los años sesenta -y guiado por sus ideales democráticos y de un mundo con más calidad de vida- comenzó, allí en las afueras de Detroit, a trabajar en la creación de energía alternativa. Fundó Energy Conversion Devices, con una impresionante visión de largo alcance. Lo hizo décadas antes que se comenzara a hablar de la escasez de petróleo y cuando el tema del cambio climático no estaba aún en el corazón de nuestra agenda cotidiana.
De su creatividad salieron materiales semiconductores de silicio amorfo hidrogenado, que dieron auge a nuevas ramas de la ingeniería de materiales, ayudando en el desarrollo de semiconductores, energía solar y vehículos eléctricos-híbridos. Hoy resulta impresionante ver las plantas donde se producen los paneles solares flexibles de película delgada.
Pero más allá de ello, la mirada de Ovshinsky nos dice que si juntamos hidrógeno y energía solar, se está trabajando con elementos abundantes en el universo. Es empezar una etapa donde poco a poco quedaría atrás la conflictiva dependencia de los combustibles fósiles, especialmente del petróleo. Además la producción e instalación de lo que algunos ya denominan “el circuito del hidrógeno” podría crear millones de empleos, muchos de ellos en este continente.
Esta realidad, por cierto, debiéramos inscribirla en el diseño inteligente del futuro en América latina. Se trata de trabajar con la mirada puesta en los recursos energéticos, en no quedarse atrás, y en asumir que de esta crisis económica también se sale avanzando hacia nuevos senderos de desarrollo.
El cambio energético es una de las claves de la economía para el siglo XXI. Es una realidad que América latina no puede ignorar y eso reclama acción eficiente entre nosotros y apertura a las nuevas posibilidades en el escenario internacional. En el largo plazo, puede que ese sea el significado más profundo de la Cumbre en Trinidad-Tobago.
Por: Ricardo Lagos (ex presidente de chile)
Fuente: Clarín
Información relacionada
Hay que desenergizar la economía y descarbonizar la energía
Jeremy Rifkin: “Tenemos que crear una red de energías renovables”
Luces y sombras en el horizonte: Los desafíos del sector energético